Una de las tantas cuestiones que nos encontramos y que nos planteamos cuando sufrimos de TLP es conocer en profundidad de qué se trata realmente. Son muchas las personas que piensan que un trastorno de límite de la personalidad es algo similar a otro tipo de patologías, cuando en realidad, es verdad que comparte algunos tipos de síntomas concretos pero cada caso es diferente.

En primer lugar, hay que aclarar que el TLP es una patología mental. Como consecuencia de ello, se suele tener inconvenientes para relacionarse con otras personas por lo que sin lugar a dudas termina afectando seriamente a la autoestima, al estado de ánimo y por supuesto también al daño en las relaciones interpersonales.

Quienes sufren de TLP luchan diariamente por confiar en alguien, por poder mantener una relación estable con sus amigos, familia y pareja y por dejar atrás esos miedos que aparecen de ser abandonados o traicionados de un momento a otro.

La investigación de profesionales al respecto ha dejado en claro que existen varios componentes genéticos y hereditarios que podrían llegar a determinar el hecho de sufrir de TLP. En gran parte porque se ha mostrado que quienes lo sufren cuentan con una actividad cerebral diferente al del resto de la población. Y aunque aún no hay una relación real y patente, se determina el hecho de que en varias ocasiones quienes sufren de TLP han vivido alguna experiencia traumática o relaciones caóticas en sus familias, lo que conlleva un estrés importante y diferente al resto de la población.

A pesar de todo lo anterior, debemos de saber que diagnosticar una enfermedad de TLP no es algo sencillo, pero sí es algo que se debe de tratar lo antes posible para mejorar la calidad de vida de estas personas.