Una persona con TLP estará todo el tiempo a la defensiva. Pero para quienes están fuera, les resultará algo complejo el ver y el conocer qué es aquello a lo que tanto temen y a lo que ven de forma tan peligrosa que hace que no te pueda acercar a ellos como lo harías con cualquier otra persona o por el contrario que se alejen sin más.

Aunque se ha repetido ya muchas veces el hecho de que la angustia del paciente hace que tenga mucho miedo al abandono no es lo único de lo cual se defiende.

El hecho de que cualquier estímulo lo lleguen a ver como un peligro, ya sea de que se trate de algo real o ficticio influye mucho en la situación y en todo alrededor motivo más que suficiente para que el otro se aleje de su lado.

Es ahí entonces, en donde la persona con TLP comienza a aplicar distintos tipos de técnicas con el fin de retener a la persona ya sea con algunas maniobras preparadas o de forma inconsciente que hace que quiera paliar así los riesgos y peligros existentes en el hecho de sufrir el abandono.

Podríamos decir entonces que una persona con TLP podría cambiar el clásico lema por el “más vale acompañado que solo”.

Otro grave inconveniente del que se defiende una persona con TLP es el vacío. Afrontar el vacío podría llevar a una larga lista de conductas que la persona pondrá en marcha con el fin de tapar ese agujero negro al no saber cómo sostener un vacío aparente. Desde el acceder a sustancias nocivas hasta convertirse en una persona dependiente de otra, son algunos de los tantos actos que puede llegar a realizar para ello.