“Odio las mates” es el texto de una persona con trastorno límite de personalidad y trastorno alimentario que realiza psicoterapia en TLP T y que expresa de una forma original sus pensamientos sobre su cuerpo, su estómago y su desamor con la comida.

No obstante antes nos parece importante hacer una pequeña introducción teórica sobre comorbilidad entre ambos trastornos.

La desregulación emocional es una entidad característica que comparten tanto el trastorno límite de la personalidad (TLP) como el trastorno de la conducta alimentaria (TCA), por lo que es habitual encontrar pacientes que presentan ambos trastornos en un intento de hacer de la comida un mecanismo de gestión emocional.

La regulación emocional es el proceso mediante el cual las personas dirigen sus esfuerzos a modular la intensidad y la duración de sus emociones tanto en el momento en que estas surgen como en la posterior experiencia que conllevan. 

Existe una elevada comorbilidad entre el TLP y el TCA. Se calcula que un 54% de las personas con TLP han sufrido un TCA, siendo la anorexia y la bulimia los más representativos (Women’s center for health matters, 2022). 

La predisposición de las personas que presentan TLP a experimentar problemas con la comida se puede explicar por la tendencia a comportarse de manera impulsiva, poseer una autoimagen negativa e inestable y, en ocasiones, experimentar una sensación de vacío emocional. Consecuencia de lo anterior, pueden aparecer conductas purgativas, restrictivas o en forma de atracones, como respuesta a esa falta de control en el proceso de gestión emocional. En definitiva, la persona llevaría a cabo conductas restrictivas y atracones (causados por la sintomatología ansiosa, impulsiva y depresiva derivada de ambos trastornos) como un intento de estabilizar las emociones intensas que experimenta y sentir que posee control sobre sí mismo.

 

Para concluir, parece existir una comorbilidad en personas diagnosticadas con TLP y los comportamientos alimentarios desadaptativos característicos del trastorno del TCA.

Resulta de vital importancia prestar atención a la aparición de una posible sintomatología que indique una posible aparición de ambos trastornos en nuestro paciente con el fin de realizar un mejor diagnóstico y planificar un eficaz tratamiento.

Laia Molinero Romera

ODIO LAS MATES

Por Nuria Chamorro Irles

 

A veces pienso que hay otra persona en mi estómago y tengo que pensar en qué debe estar pensando.

«¡Esto está demasiado solitario!»

 

Si yo fuera ella, probablemente pensaría que he muerto y me he ido al infierno. Eso es, si el infierno está lleno de cubitos de hielo y arrepentimiento. Eso es, si el infierno está tan vacío que resuena el eco de las voces que me alabaron por ser delgada y que siguen alabándome mientras me hago más pequeña. 

 

Siempre estuve enferma, pero nunca lo suficiente como para que a nadie le importara tanto, así que ¿por qué lo hacen ahora?

 

El infierno no está lleno de gente y con calor, es frío y vacío y doloroso y confuso. Y los gritos de los que todos hablan no son palabras, son rugidos.

 

Y si el infierno es realmente el pozo de mi estómago, lo creería porque los gritos nunca se detienen allí. Los gritos son primitivos y desesperados y suplicantes y sé exactamente lo que significan, pero no me importa. No me importa. CÁLLATE.

 

Me encantaba el desayuno.

Me encantaba su olor por la mañana cuando llenaba la casa y entraba flotando en mi habitación.

 

No sé exactamente cuándo murió el amor, pero supongo que fue en algún momento entre – mi padre llamándome gorda a los 8 años por comerme tres crepes – y cuando el infierno de tres crepes empezó a parecerse demasiado a 852, 852, 852 (para los no TCA, me refiero a kg).

 

No entiendo por qué nadie cuestiona, o por qué nadie se preocupa, o por qué nadie se da cuenta; pero hace meses que vuelvo a ser un cadáver y sigo decayendo mientras todo el mundo dice que estoy floreciendo.

Cuando por fin se den cuenta de la putrefacción no creo que sea reversible.

No creo que entiendan que mi enfermedad no es sólo agua helada deslizándose románticamente en el abismo de un estómago vacío.

 

Se me cae el pelo pero es el daño del tinte, mis dientes están débiles y quebradizos y se astillan, pero son las comidas azucaradas, sombras oscuras contornean mis párpados pero sólo estoy cansada.

La otra noche subí un tramo de escaleras y sentí que me desvanecía en la oscuridad por primera vez en años, pero es solamente que no estoy en forma, o que o fumo demasiado, o bebo demasiado.

 

Todos los días pienso en los números.

Odio las mates.