Resumen de un artículo publicado en octubre de 2021 en la prestigiosa revista científica The Lancet por varios investigadores, entre ellos el Dr. Martin Bohus, recogiendo lo último que se sabe del TLP.
En esta 2ª parte te seleccionamos lo más importante. Puedes consultar la 1ª parte del artículo en el siguiente enlace:
https://tlptratamientos.com/blog/lo-ultimo-del-trastorno-limite-de-la-personalidad-tlp-1a-parte/
El TLP cristaliza como un síndrome coherente en la transición a la adolescencia (después de los 12 años), aunque las diferencias individuales en los rasgos de personalidad desadaptativos como la impulsividad, la reactividad emocional y la afectividad negativa se pueden observar ya en los niños. Por lo tanto, se establece la adolescencia como un periodo sensible para el inicio del TLP. Por ello la intervención temprana en el TLP es una prioridad de salud pública y se destaca la necesidad del diagnóstico e intervención tempranos. Identificar y tratar el trastorno en sus primeras etapas disminuye el riesgo de deterioro funcional progresivo, así como el riesgo de recibir tratamientos inconsistentes que se han asociado a intentos de suicidio e incluso suicidios consumados.
Los estudios informan de tasas más altas de prevalencia del TLP en mujeres que en hombres en entornos clínicos, no así en entornos comunitarios.
No se encuentran diferencias raciales o étnicas (aunque de momento hay pocos estudios al respecto).
Los resultados de mejoras funcionales a largo plazo parecen ser más pobres en las mujeres que en los hombres, lo que podría ser debido a los antecedentes de abuso y el impacto de los roles de género.
Como predictores de recuperación se encuentran el funcionamiento estable como cónyuge/pareja/padre.
Las tasas de suicidio para el TLP varían del 2% al 8%, siendo este dato más bajo que el encontrado en estudios anteriores.
Los factores de riesgo hereditarios y ambientales hacen contribuciones independientes e interactivas a la etiología del TLP. Un estudio postula que la mayoría de los efectos genéticos podrían derivar de un factor de vulnerabilidad común altamente heredable (55%), no específico únicamente para el TLP sino también para otras patologías.
Las teorías del desarrollo del TLP explican cómo algunos factores pueden interferir con el desarrollo normal de la regulación de las emociones, la cognición social o el desarrollo de la identidad. Entre ellos, se comentan como factores de riesgo ambientales la crianza dura o insensible, la negligencia emocional, el maltrato físico o sexual y la victimización por intimidación.
No existe un modelo etiológico integrado para el desarrollo del TLP empíricamente respaldado. Poco se sabe de las causas genéticas y neurobiológicas de la hipersensibilidad emocional y de los mecanismos transaccionales relacionados con la experiencia adversa de la infancia, así como de las señales de alerta temprana.
Las guías clínicas coinciden en que el tratamiento principal para el TLP es la psicoterapia. Los dos tratamientos más intensamente estudiados son la Terapia Dialéctica Conductual (DBT) y el Tratamiento basado en la mentalización (MBT). La Psicoterapia basada en la trasferencia y la Terapia centrada en esquemas cuentan con menos estudios de eficacia.
Los beneficios están demostrados para el Entrenamiento en habilidades grupal de la terapia Dialéctica Conductual DBT, tanto si es utilizada sola como juntamente con la psicoterapia individual.
Cuando la persona tiene trastornos mentales comórbidos, deben manejarse simultáneamente en el tratamiento específico para TLP, con la atención preferiblemente coordinada por el terapeuta que trata el TLP.
El tratamiento de la afección comórbida solo debe priorizarse sobre el tratamiento del TLP si impide una psicoterapia efectiva (por ejemplo, uso grave de sustancias) o si conduce a una situación potencialmente mortal (por ejemplo, en un trastorno alimentario si el índice de masa corporal es críticamente bajo).
Se recomienda psicoeducación familiar.
Respecto a la farmacología, el artículo destaca la debilidad de su evidencia. La recomendación es que la medicación se enfoque como complemento de las intervenciones psicosociales, así como que no se continúen tratamientos farmacológicos que no sean efectivos, por lo que se anima a evaluar cada cierto tiempo los efectos del tratamiento y monitorear los efectos secundarios. El tratamiento farmacológico está indicado si se trata de una afección comórbida (depresión severa, trastornos graves del sueño) o en caso de crisis cuando las intervenciones psicosociales no están disponibles o no son lo suficientemente efectivas.
Se menciona la superposición de los síntomas del TLP con el nuevo diagnóstico de la CIE-11 de Trastorno por estrés postraumático TEPT complejo, alertando sobre la necesidad de investigar más sobre las características diferenciales entre ambos.
Se discute si el TLP debe clasificarse como una entidad diagnóstica propia o como una subcategoría de trastornos específicamente asociados al estrés. Se señala la necesidad de encontrar formas no estigmatizantes de hablar del TLP.
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