Por Diana Molina

El origen del Trastorno Límite de la Personalidad ha sido objeto de diversas investigaciones. Winsper (2018) ofrece un enfoque integrador donde se combinan genética, neurobiología, temperamento y experiencias adversas en el desarrollo del TLP.

Te ofrecemos un resumen del artículo de Winsper, C. (2018) “The aetiology of borderline personality disorder: contemporary theories and putative mechanisms”.

Según la revisión de Winsper (2018), el origen del Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) es complejo y multifactorial, y no puede reducirse a una sola causa. La autora integra distintas líneas de investigación que señalan la interacción entre predisposición genética, neurobiología, temperamento y experiencias adversas tempranas como base del desarrollo del trastorno.

Las personas con TLP suelen mostrar una sensibilidad emocional elevada desde edades tempranas, unida a una mayor reactividad al estrés interpersonal. Cuando este perfil biológico se combina con un entorno invalidante, negligente o traumático —por ejemplo, abuso infantil o falta de sintonía emocional por parte de los cuidadores—, se incrementa el riesgo de desarrollar patrones relacionales y emocionales inestables.

El modelo destaca que el TLP no es un “fallo de carácter” ni resultado de una sola experiencia traumática, sino un proceso de vulnerabilidad acumulada y dificultades en el desarrollo de la autorregulación emocional y la identidad.

Este enfoque integrador refuerza la importancia de comprender al paciente desde su historia, sus vulnerabilidades neurobiológicas y sus recursos relacionales, y no solo desde la sintomatología actual.

 

Aspectos clave del modelo etiológico según Winsper (2018):

 

1. Vulnerabilidad temperamental
Desde la infancia, algunas personas muestran mayor reactividad emocional, impulsividad y sensibilidad interpersonal. Estas características pueden tener una base genética y neurológica (por ejemplo, alteraciones en la amígdala o en los sistemas serotoninérgicos).

2. Entornos adversos en etapas clave del desarrollo
Abuso emocional, negligencia, trauma complejo o relaciones de apego inseguro aumentan el riesgo, especialmente cuando la persona no recibe modelos adecuados de regulación emocional o contención.

3.  Procesos psicológicos desregulados
La combinación de vulnerabilidad biológica y entorno invalidante interfiere en el desarrollo de una identidad estable, la regulación emocional y la percepción de sí mismo y de los demás.

4. Mecanismos neurocognitivos alterados
Se observan dificultades en funciones ejecutivas, mentalización, memoria autobiográfica e integración emocional, que mantienen los patrones de inestabilidad afectiva y relacional.

5.  Interacción transaccional entre niño y entorno
El modelo enfatiza un proceso transaccional: los niños con una alta sensibilidad emocional pueden generar respuestas de frustración o rechazo en los cuidadores, lo que a su vez refuerza la sensación de invalidez, abandono o falta de contención emocional. Así se crea un ciclo en el que ni el niño ni el entorno logran “sintonizar”. Esta interacción crónica puede distorsionar el desarrollo del self y la capacidad de regular estados internos.

6. Teoría del apego y representación interna de los vínculos
El TLP está altamente correlacionado con estilos de apego inseguros, especialmente el apego desorganizado. Estos individuos suelen desarrollar modelos internos negativos sobre sí mismos (“soy defectuoso/a”) y los demás (“los otros dañan o abandonan”), lo que contribuye a la inestabilidad en las relaciones y a la sensibilidad extrema al rechazo.

7.  Factores epigenéticos
El artículo también señala investigaciones emergentes que sugieren que las experiencias tempranas adversas pueden afectar la expresión genética (epigenética), influyendo en el desarrollo emocional y conductual a largo plazo.

8. Curso del desarrollo
Winsper subraya la importancia de una mirada evolutiva: muchas personas que desarrollan TLP muestran rasgos tempranos en la adolescencia, como ideación paranoide interpersonal, conductas autolesivas o inestabilidad emocional. La intervención temprana puede reducir el riesgo de cronificación del trastorno.

El artículo concluye que comprender la etiología del TLP permite diseñar intervenciones más específicas y compasivas, centradas en la regulación emocional, el apego y la construcción de una identidad coherente.

Comprender el origen del Trastorno Límite de la Personalidad permite intervenciones más humanas y eficaces.