Según Kirstin Neff, pionera en los estudios de autocompasión y su aplicación práctica, la autocompasión tiene tres componentes: la atención plena, la humanidad común y la bondad propia.
La atención plena permite a las personas darse un paso atrás y reconocer que están experimentando el sufrimiento, sin juzgar el sufrimiento como algo malo que deben tratar de evitar; a veces las personas no se dan cuenta cuando están sufriendo, o niegan que están sufriendo porque provoca sentimientos de debilidad o derrota. La humanidad común recuerda a las personas su conexión con otras -todas las cuales sufren en algún momento de sus vidas- y alivia los sentimientos de soledad y aislamiento. Por último, la bondad propia es una expresión activa del cuidado hacia el yo que puede ayudar a las personas a aclarar sus intenciones de cómo quieren tratarse a sí mismas.
Pasar por estos pasos en respuesta a una experiencia estresante puede ayudar a las personas a reemplazar su voz autocrítica por otra más compasiva, que consuela y tranquiliza en lugar de reprenderles por las deficiencias. Eso hace que sea más fácil trabajar en situaciones de estrés y llegar a un lugar de calma, aceptación y felicidad.
Neff y Germer en un estudio publicado en el Journal of Clinical Psychology encontraron que los participantes en un programa de auto-compasión consciente (MSC) de ocho semanas, que incluía la práctica de la compasión personal, entre otros ejercicios, informaron sentir una mayor compasión al final del programa que al principio. Además su compasión al final de las ocho semanas fue también mayor que la de un grupo de comparación que no participó en el programa. Y finalmente los participantes del MSC también informaron de mayor atención plena y satisfacción con la vida, y menor depresión, ansiedad y estrés que el grupo de comparación. (Neff, K.D. y Germer, C.K. (2013) Journal of Clinical Psychology, 69 (1), 28-44.)
Deja tu comentario