Por Mónica Lavilla

El cuerpo y las emociones.

¿Sabías que tu estado de ánimo y tu postura están súper conectados? Seguro has oído eso de que “la cara es el espejo del alma”, pero no solo aplica a la cara, ¡también al cuerpo entero! La forma en que te mantienes quieta o te mueves puede decir mucho sobre cómo te sientes, y lo loco es que también puede influir en tus emociones.

¿Qué onda con la postura y las emociones?

No estamos hablando de esas malas posturas frente a la compu o cuando haces ejercicio mal (aunque eso también importa), sino de cómo tu cuerpo refleja si estás triste, feliz, cansado o mega motivado. Por ejemplo, si andas cabizbajo, con los hombros caídos y arrastrando los pies, probablemente te sientas bajoneado. En cambio, si vas erguido, con la cabeza en alto y los hombros atrás, ¡transmites seguridad y buen rollo!. El cuerpo habla de nuestras emociones.

¿Por qué pasa esto?

Desde hace siglos, científicos como Darwin ya decían que nuestros movimientos y expresiones corporales son como un lenguaje secreto que comunica nuestras emociones. Básicamente, el cuerpo y la mente están súper conectados. Si te encorvas mucho, puedes sentirte más apagado porque tu cuerpo produce más cortisol (la hormona del estrés). Pero si te enderezas y abres el pecho, tu cerebro recibe señales de confianza y felicidad.

¿Y qué pasa si siempre tienes mala postura?

Además de afectar cómo te sientes emocionalmente, una mala postura puede traerte problemas físicos como dolores musculares, menos oxígeno en el cuerpo (porque no respiras bien), dolores de cabeza e incluso problemas digestivos. Todo esto puede hacerte sentir peor emocionalmente. Es como un círculo vicioso.

¿Cómo mejorar esto?

Te proponemos algunos tips para cambiar tu postura y mejorar tu ánimo al mismo tiempo cuando estés en casa o en un lugar privado:

  1. Párate un momento y fíjate en tu postura: Toma conciencia de tu postura y observa tu cuerpo
  2. Chequea qué notas y que sientes y en qué zona del cuerpo.
  3. Prueba a mover esa zona de forma que notes un cambio.
  4.  Centra la atención en esa nueva sensación.
  5. Quédate unos minutos en esa nueva postura o repitiendo lentamente ese pequeño movimiento.
  6. Observa cómo se nota y siente el resto del cuerpo.

Así que ya sabes, ¡tu postura no solo habla por ti, también puede ayudarte a sentirte mejor! Enderézate, respira profundo y deja que tu cuerpo mande buenas señales a tu cerebro. 💪✨