Por Beatriz López
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1946 define la salud no solo como la ausencia de enfermedad, sino como un estado de completo bienestar físico, mental y social. A partir de este momento contamos con un concepto de enfermedad amplio, que vas más allá de la ausencia de enfermedad y que incluye además de las variables físicas, la salud mental. Este posicionamiento de la OMS representa un cambio importante en qué es “estar sano” y apela a considerar tanto lo mental como lo físico.
Historia de la salud mental
Durante mucho tiempo del desequilibrio entre la atención a la salud física y la salud mental ha sido larga y compleja, y se ha desarrollado a lo largo de los siglos:
1. Antigüedad: En civilizaciones antiguas, como la griega y la romana, la salud mental se considera en el contexto de la filosofía y la espiritualidad. Los problemas mentales eran causados por desequilibrios en los fluidos corporales o por influencias divinas. Sin embargo, la atención a la salud física, a través de la medicina y el ejercicio era prominente.
2. Edad Media: Durante este período, la salud mental fue frecuentemente asociada con la posesión demoníaca o el pecado. Las personas con problemas mentales eran a menudo marginadas y tratadas de manera inhumana. La atención a la salud física seguía siendo más valorada, especialmente en el contexto de la medicina tradicional.
3. Siglo XVIII y XIX: Con el surgimiento de la psiquiatría como disciplina, comenzó a haber un reconocimiento más formal de la salud mental. Sin embargo, los tratamientos eran rudimentarios y a menudo crueles. La salud física seguía dominando la atención médica, y la salud mental era secundaria.
4. Siglo XX: A medida que avanzaba el siglo, se produjeron cambios significativos. La psicología y la psiquiatría comenzaron a desarrollarse a nivel científico, y se introdujeron tratamientos más humanitarios. Sin embargo, la salud mental seguía siendo estigmatizada y a menudo se le daba menos prioridad en comparación con la salud física.
5. Finales del siglo XX y principios del XXI: En las últimas décadas, ha habido un creciente reconocimiento de la importancia de la salud mental. En España, gracias a la acción de diferentes asociaciones , una mayor sensibilización y difusión por parte de los medios de comunicación y una mayor demanda social para el acompañamiento en situaciones cotidianas conflictivas y no sólo para los trastornos mentales graves, se empieza a concienciar a la sociedad respecto a que la salud mental es tan importante como la física y se empiezan a dedicar más recursos orientados a mejorar el bienestar emocional y el equilibrio psicológico. A pesar de este gran avance, siguen existiendo existen disparidades en el acceso a servicios de salud mental y en su financiación.
Acciones para equilibrar salud mental y física
¿Cómo se puede conseguir mayor equidad en el área de la salud mental?. Las acciones han de realizarse en diferentes áreas y ha de implicar a la sociedad en su conjunto: profesionales sanitarios, educadores, familias, pacientes y expertos en salud pública.
1. Mayor acceso a servicios mental: Muchas comunidades, especialmente en áreas rurales o desfavorecidas, carecen de servicios de salud mental adecuados. La lucha por la equidad implica abogar por la expansión de estos servicios y la eliminación de barreras que impiden el acceso, como el costo, la falta de profesionales capacitados y la distancia geográfica.
2. Reducir la estigmatización: El estigma asociado a los problemas de salud mental dificulta que las personas de busquen ayuda. El estigma social se traduce en auto estigma y la propia persona se avergüenza de tener un problema mental y lo oculta. Los perjuicios son dobles: la sociedad no avanza en la compresión de las diferentes realidades y la persona puede empeorar su problemática pudiendo llegar a tener un trastorno crónico.
3. Aumentar la financiación: Abogar por una mayor inversión en salud mental es fundamental para garantizar que se desarrollen programas y servicios adecuados.
4. Mayor atención a la diversidad y divergencia : Es esencial que los servicios de salud mental sean culturalmente competentes y accesibles para todas las comunidades, incluidas las minorías étnicas, la comunidad LGBTQ+, y otros grupos minoritarios . Esto implica formar a los profesionales de la salud en sensibilidad cultural y adaptar los servicios a las necesidades específicas de cada grupo.
5. Prevención y Educación: La promoción de la salud mental y la prevención de trastornos mentales son componentes clave en la lucha por la equidad. Esto incluye programas en escuelas, lugares de trabajo y comunidades que fomenten el bienestar mental y enseñen habilidades de afrontamiento.
6. Políticas Públicas: La defensa de políticas que prioricen la salud mental en la agenda pública es fundamental. Esto incluye la creación de leyes y regulaciones que protejan los derechos de las personas con trastornos mentales y que promuevan la integración de la salud mental en los sistemas de salud general. En España, por primera vez en su historia, el gobierno ha creado la figura de una comisionada de salud mental con rango de subsecretaria en el Ministerio de Sanidad.
Sólo si proponemos acciones conjuntas y consensuadas la salud mental podrá valorarse y atenderse como lo es la salud física.
Deja tu comentario