Cuando se trata de una persona con trastorno de límite de la personalidad pero que no es tratado, la respuesta será que sí, que puede llegar a querer a alguien pero no de forma adulta. Querrá como puede querer un bebé el cual necesita y se vuelve dependiendo de la otra persona llegando a no respetarla y teniendo entonces un amor egoísta.

Además de ello, hay que lidiar con otras situaciones como por ejemplo, que en la propia intensidad que vive una persona con trastorno de límite de la personalidad, se encuentra el hecho de tener variadas parejas sexuales ya que tiene la necesidad imperiosa de intimar con una persona a cualquier coste, lo cual habla un poco de esa necesidad voraz de atención.
Es entonces como no les importa la pareja en sí misma ni la función que cumple ya que puede cambiar de pareja fácilmente, sino que se trata de cubrir un hueco con una persona pero no una en concreto.
A pesar de que sepa que empezar una relación con una persona que no conoce puede llegar a ser algo perjudicial, repiten el mismo patrón una y otra vez, tratando así de desviar al máximo su atención y sabiendo que se meten en un callejón sin salida.
Piden amor con desesperación, pero muchas veces su propia actitud hace que se crea que es imposible amarlos. Confunden sexualidad con intimidad.
Una persona con trastorno de límite de la personalidad puede amar, pero para ello, necesita de un tratamiento y de que su pareja le acompañe en ello con el fin de que los resultados se vayan viendo poco a poco y se llegue así a una relación lo más estable posible.
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