Cuando hago retrospectiva de mi vida siempre pienso que no he tenido una vida que pueda encajar dentro de la normalidad. Me da la sensación o tengo el recuerdo, de haber vivido en medio de continuas tormentas seguidas de pequeños momentos de calma que nunca llegaron a ser paz, sólo ausencia de tormenta.
Miro mi vida presente y la creo, o la siento, llena de vacíos y carencias. Honestamente, cuando me miro a mi misma siento algo de lástima por la persona que podría haber llegado a ser, que hubiese querido ser y a la que creo me será imposible llegar. Sé que hubiese podido ser otra, otra que me encanta, pero no pude ni podré ser.
Siento que perdí muchas cosas, tengo ligeros recuerdos de paz y unidad familiar, de diversión y felicidad, y el recuerdo de ser una niña inquieta, extremadamente sensible, curiosa e imaginativa. Me queda el recuerdo de un carácter de mi misma, fascinante, que se fue apagando poco a poco, que se fue tornado oscuro, triste y melancólico. En algún momento mis recuerdos comienzan a ser tormentas. En medio de ellas son los momentos de creatividad y desarrollo artístico junto a mi padre o mi hermano los que a veces me salvaban de ahogarme y sobre todo mi ausencia del mundo, la sensación de no existir. No querer despertarme al día siguiente fue un fuerte deseo en mi vida durante largo tiempo.
En algún momento, alrededor de los 8 años me olvidé de mí, y desapareció la que pude haber sido. Dejé de conocerme colapsada por lo que me rodeaba. Era una mala estudiante, por tanto, me creí tonta, empecé a olvidar mi creatividad si no era para huir de la tristeza que me rodeaba. Me sentía rara en un mundo en el que la gente crecía y se desarrollaba, las personas empezaban a conocerse a sí mismas, a conocer a chicos, a salir, a convertirse en algo, a apasionarse. Siendo que viví aquella época de adolescencia desilusionada, me hubiese gustado tener romances adolescentes, hacerme fuerte, aprender a superar los desengaños, tener el carácter apasionante y distintivo que pude haber tenido. Desarrollar la fuerza interior, la lucha y el carácter, que han salido de mí con el tiempo, pero que lo han hecho a medias.
Quisiera haber tenido tiempo para pensar en mí, en quién era yo, quisiera haberme sentido querida y arropada por quiénes me rodeaban. En su lugar, me sentí una extraña allá dónde iba, en parte porque era una completa extraña para mí misma. Pensaba más en el desaparecer que en el ser.
Quizá sólo idealizo la vida en general, la que pude llegar a ser, o llegar a tener. O quizás echo la culpa de mis fracasos, de mi carácter melancólico y tendente a la tristeza a mi pasado. No acepto la que soy, porque me fascina la que pude llegar a ser. Veo todas esas cosas que descubro de mi, con 30 años, mi inteligencia y capacidad de razonar, mi curiosidad, mi imaginación, mi creatividad, mi ilusión por descubrir tantas cosas. Me atormenta, la persona que dejé de ser, lo que dejé de vivir durante tanto tiempo, casi toda mi vida. Me pone muy triste no haber sido apenas feliz, a ver estado tan triste, haber vivido con tan poca ilusión, a ver deseado morir tantas veces. No haber experimentado, conocido, descubierto y vivido.
De alguna manera siento que mi proyecto de persona se truncó, que mis dificultades para realizar mis sueños profesionales vienen en parte por la que no fui, cuando tuve que serlo. Me da la sensación de ir siempre tarde de haber perdido demasiadas cosas. De haberme perdido la que pude ser, porque creo que tenía mucho potencial.
Ahora que he podido alejarme un poco de la tristeza, conocer un poco la paz, ahora, soy una mezcla de ambas, vuelvo a sentir curiosidad, pasión, creatividad, pero hay una parte de mí que se me ha quedado pegada; la triste, la solitaria la melancólica. Y acepto las dos, pero también siento que muchas dificultades de mi vida y mucha de la tristeza vienen por todo lo que no pude ser, ni vivir.
Creo que esto me hace sentir un tremendo vacío en mi vida, arrepentimiento y soledad.
He empezado a ser yo con 30 años, a conocerme, a quererme, a fascinarme algunas cosas de mí, a tener energía, curiosidad y ganas de existir, ser y conocerme. Y me entristece sobremanera, no haberlo hecho antes.
Me sorprende como mis recuerdos son siempre tan tristes, y a veces creo que quizás no estoy recordando con claridad. Pero cuando me permito ser sincera, creo que mi vida fue bastante triste, también porque yo era y soy una persona muy sensible.
A.Ruiz
Comentario
Este texto es una reflexión….Los psicólogos diríamos “preciosa” porque buscamos que nuestros pacientes lleguen a poder pensar sobre si mismos, desarrollar su capacidad de “insight”, y los pacientes dirían “pues no veo que sea tan bonita”….y tienen razón….es muy dolorosa.
A. Ruiz tiene 30 años y hace un recorrido por su infancia y su adolescencia. Siguiendo su metáfora, en su infancia hay tormentas y calma……Su carácter inquieto y curioso y los momento de unidad y paz familiar que representan la calma se enquistaron para poder sobrevivir a la tormenta. No sabemos como son los momentos de tormenta, pero se intuye su dureza por la huella que dejan.
La adolescencia es un momento de construcción de si mismo, donde los otros y el si mismo juegan un papel fundamental….En este caso los otros nos ayudaron o no ayudaron suficiente y el si mismo estaba muy confundido, “estaba pero no era”, en el “hacer pero no ser”.¡Que fortaleza interior hay que tener para tirar para adelante!. ¿Quizá esa sensación de algo que tuviste y que puedes llegar a recuperar?. ¿Quizá una mente sabia que te ancla cuando te sientes de nuevo en la tormenta?. No lo sabemos…Lo que si sabemos es que ahora está en los 30 reconoce las dos A.Ruiz, los dos selfs ….el triste y melancólico y el vital, curioso, creativo al que ha hecho crecer y está cuidando….en una tarea que desde la DBT diríamos “dialéctica”, que indica que dos realidades aparentemente opuestas pueden ser verdad a la vez. Esto resulta aliviador ya que integra las vivencias internas, pero no deja de ser doloroso y difícil de conseguir porque la integración no es permanente y la vida trae tormentas que remueven los cimientos.
GRACIAS A.RUIZ, MUCHAS GRACIAS
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