Ser mujer conlleva, entre muchas otras cosas, recibir una visita al mes de la compañera que avisa de que no voy a tener descendencia en el futuro inmediato. Por experiencia propia y la de mis familiares, amigas y mujeres cercanas, los días que dura la menstruación son 3D. Con esto me refiero a Duros, Dolorosos y Desagradables. Yo ya estoy acostumbrada y al final, como todas, lo acepto porque es parte de mi ciclo como mujer. Pero hace unos meses empezó a suceder algo con lo que yo no contaba. 

Vivimos en un ajetreo constante que nos distrae y nos fuerza a adaptar nuestro ritmo al de los demás. Y aún peor, nos olvidamos de sentir nuestro propio cuerpo. Muchas veces buscamos la justificación de nuestro cansancio en la falta de horas de sueño, nuestra hinchazón abdominal en lo que comimos anoche y nuestro mal humor en el cielo gris. Y cuando todo eso falla, también recurrimos a nuestro evento mensual favorito (nótese la ironía). Pero yo hace unos meses empecé a notar como estos síntomas que acabo de mencionar se amontonaban uno tras otro y hasta se solapaban en semanas donde había dormido bien, había comido equilibrado, el tiempo era estupendo y, por supuesto, aún no me había venido la regla.

Una hinchazón abdominal que parecía una tripa de embarazo de 5 meses, una bajada de energía que me hacía sentir totalmente abrumada frente a cualquier tarea diaria… Y ya ni hablo de hacer actividad física (a la que soy una gran aficionada). Al principio intenté asociar estos síntomas a cualquier condición externa a mí: mucho trabajo, demasiado estrés, falta de nutrientes, mucho o poco deporte… Pero no reparé en que se trataba de un patrón interno, que aparecía cada mes y que tal y como venía, también se marchaba. Y curiosamente se manifestaba una o dos semanas antes de que me viniera la regla. 

Todas hemos oído hablar del famoso síndrome premenstrual. Sí, lo de los antojos de comida, la irritabilidad, la sensibilidad en los pechos… Yo también he llorado viendo una película Disney y he notado el dolor de ovarios en los días precedentes a mi regla. Pero nunca, y repito, NUNCA había sentido tal desajuste hormonal como el de los últimos meses. A mis 22 años he tenido que volverme a conocer. Porque, durante este período, no he sido capaz de reconocerme. Me he sentido tan despersonalizada y perdida, tan incomprendida por mí misma que más allá de la frustración, rozaba la rabia y la autocrítica: “¿Por qué me siento tan triste? ¿Por qué me levanto con la sensación de que tengo que luchar para que sea un buen día? ¿Porqué no soy capaz de ponerme a trabajar y no encuentro la motivación por ningún lado? ¿De dónde sale este cansancio a las 11 de la mañana, que ni llevo 6 horas despierta y ya me quiero volver a meter en la cama?”

Después de unos cuantos meses 3D, y por recomendación de mi madre, decidí ir a la ginecóloga. Me hice análisis de sangre y una revisión completa. Y…sorpresa, sorpresa… todo estaba en orden. Aún así, no podíamos atribuir mi montaña rusa física y psíquica a algo que no fuera hormonal, puesto que todo el resto de mi vida estaba en orden. No os preocupéis, porque mi historia tiene un buen desenlace. Por recomendación de la doctora, empecé a tomar una medicación natural que presenta una importante relación en la regulación de las hormonas y otros procesos metabólicos. Y debo decir que mi último mes ha sido un paseo por las nubes en comparación con el medio año que he estado sufriendo sin remedio porque no entendía qué me sucedía. 

Ahora sé que he estado conviviendo con un Síndrome Premenstrual intenso. Ahora entiendo que los días previos a mi regla son mucho más Duros, Dolorosos y Desagradables que los días de sangrado. Pero, por eso mismo, ahora también sé que en esos días debo escucharme un poquito más a mí misma, tomarme la vida con calma y aceptar que no podré dar mi 100% durante una semanita. Pero luego… luego vuelvo con energía, satisfacción y la tranquilidad de haberme reconciliado con mi ciclo.