Sentir ira por algunas situaciones de nuestro día a día es lo más normal del mundo; ahora, dejar que la ira nos controle y luego lidiar con consecuencias algunas veces irreparables es someternos a un periodo de frustración que muchas veces puede desencadenar en más ira o depresión. Para controlar la rabia te dejamos algunos consejos prácticos que puedes aplicar en cualquier lugar.
¿Qué ocasiona tu molestia? Es importante que te conozcas, que sepas muy bien cuáles son tus límites, qué te gusta y qué no, qué eres capaz de aceptar y qué consideras inaceptable. Entiende que no tienes control de todo lo que pasa en tu entorno y tendrás que enfrentarte muchas veces a momentos que te disgustarán. Reconócelos e idea una estrategia para que no te dominen.
- Cálmate: puedes contar hasta 10, salir del lugar en el que se generó la situación de incomodidad por unos minutos para generarte calma, cerrar los ojos, caminar, escribir. Encuentra tu vía para no estallar.
- Ejercítate: muchas personas creen que el ejercicio físico solo sirve para perder peso, pero realmente cumplir con un entrenamiento oxigena tu cerebro y mejora la calidad de tus respuestas ante impulsos negativos. También puedes incluir ejercicios de respiración que te ayudarán a manejar mucho mejor los momentos de tensión y transformar la ira.
- Escribe: lleva un diario en el que cuentes las cosas que te suceden y cómo te hacen sentir. Luego léete, encontrarás respuestas para trabajar tu ira y te será más fácil identificar esos elementos que no te hacen sentir bien.
- Exprésate: si una situación te hace sentir mucha rabia y estás a punto de estallar páusate y vuelve al punto donde todo comenzó para exponer cómo te sentiste con lo ocurrido. Permítete ser sincero, vulnerable, no censures nada de lo que hayas sentido. Una vez que hayas drenado ante el otro proponle una solución a eso que te afecta y atrévanse a trabajar juntos.
- Perdona: no puedes esperar que la gente reaccione como lo harías tú ni que el mundo se mueva con tus reglas. Si algo te molesta porque está mal o porque no lo consideras adecuado suéltalo y comienza de cero.
Apóyate en el buen humor para continuar, ríete, reconoce que eso que te molestó mucho pierde fuerza si le consigues una solución y lo ves como algo pequeño a tu lado.
Si a pesar de estos consejos sigues presentando episodios de ira que no puedes controlar consulta a un especialista, podrías parecer TLP o algún otro trastorno que requiera de terapia especializada. Transformar la ira es posible con trabajo de uno mismo.
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