Más allá de los dualismos de la mente y la materia

DESARROLLAR UNA RELACIÓN, UNA COMUNICACIÓN EMPÁTICA CON NUESTRO CUERPO, PUEDE LIBERAR MUCHAS FRUSTRACIONES Y ACTUAR COMO CANAL PARA DESBLOQUEAR EMOCIONES E IDEAS INEXPRESADA.

De forma introductoria, cito las  sentencias de dos científicos que definen de forma  clara la dimensión y complejidad del cuerpo. Y, parafraseando a  Teilhard de Chardin,  desarrollo este escrito  como  un himno a la materia.

Argumenta Slingerland: “El ser humano parece ser el único ser del reino animal que posee una fluidez cognitiva y una tecnología cultural para efectuar algunos cambios sustanciales en aquello que nos da placer, aquello que consideramos digno de perseguir y todo aquello que estimamos significativo. Pero toda esta innovación cognitiva y cultural está en realidad varada, y en última instancia siempre quedará constreñida a la estructura del cuerpo”

También, dice Antonio Damasio: “Pensamos con el dedo gordo del pie. Creer que los pensamientos más elevados de la mente están separados de la estructura del funcionamiento de nuestro organismo biológico, es un error, porque el cerebro y el resto del cuerpo constituyen un organismo indisociable integrado por circuitos reguladores bioquímicos y neuronales, que se relacionan con el ambiente como un conjunto, y la actividad mental surge de esta interacción”.

Hay una nueva actitud hacia el cuerpo, nuestra cultura está redescubriendo su esencia, promoviendo su estudio y encontrando diálogos y caminos nuevos. Disciplinas como la neurociencia, las artes, la física, el psicoanálisis, la psicología genética, la lingüística, la antropología y tantas otras, están investigando un  cuerpo con inteligencia propia, un cuerpo desde donde sanar, desde donde crear.

En este breve escrito, me gustaría explicar brevemente cómo el cuerpo es el primer elemento donde se crea la persona.  Intentando trasmitir de forma sencilla pautas  para  mirar, entender cómo desde los músculos, desde la fisiología, hemos ido cerrándolo, limitándolo en este proceso de construcción.

Es un hecho que las personas somos cuerpo.
¿Qué diría el  cuerpo si se le escucha, si  se le deja hablar? Un cuerpo que ha estado negado, silenciado, también disociado. Un cuerpo vivo, de poesía y de narración, que vamos recuperando como materia creadora, nutritiva que es.
Él tiene su lenguaje propio y su historia  ¿Podemos girar la mirada dejando de lado las antiguas lentes-prejuicios  y recuperar desde esa otra mirada más amplia e inocente,  una nueva lectura, un nuevo aprendizaje sobre y  desde este cuerpo lleno de significados?

La vida es movimiento y sin  movimiento no hay vida, es la base para nuestro desarrollo. También estamos rodeados por los ritmos de nuestro mundo natural donde habitamos, y el ritmo trae el orden.

En las teorías sobre Integración Sensorial de Lorna Jean King (1979) y Jean Ayres (1975), se  muestran cómo el sistema táctil, el sistema vestibular y el propioceptivo son los que maduran primero. El sistema vestibular orienta el cuerpo y a los movimientos a través del espacio.  Esto -que está  ligado al tono muscular, al equilibro, al control oculomotor, a la percepción  auditiva, a la coordinación y funciones táctiles, y a las funciones automáticas, como el ritmo del corazón y respiración- afecta a las  capacidades cognitivas, al aprendizaje, a las emociones y a todo el ser.

Nos vamos formando con las otras personas, y es desde  la comunicación emocional y no verbal, desde donde se  van construyendo las capacidades lingüísticas, siendo el movimiento y el gesto, los signos que  primero utilizamos  antes de que el habla se desarrolle. La delicada danza de la interacción motora de acción y reacción  sincronizada entre el bebé y una persona adulta, son los precursores que contribuyen a este desarrollo y a la llegada de su  significado.

Partiendo de que el movimiento  humano tiene su origen en los modelos que aprendemos y desarrollamos en la infancia, también la forma del cuerpo, las posturas y la actitud corporal la vamos adquiriendo en el transcurrir de los años. Todo esto lo hacemos con nuestros músculos,  que son los que nos permiten modular las informaciones sensoriales y nerviosas. Es así como vamos inhibiendo o disminuyendo las respuestas  en relación con el medio, inhibiendo la expresión emocional del cuerpo. Somos emisores y receptores Lo que afecta al organismo, le afecta en su totalidad. Algunas cosas que afectan al cuerpo, inexorablemente afectan a la mente y viceversa.

Este proceso de tensar la musculatura está relacionado con el sistema de defensa- el sistema nervioso autónomo- como mamíferos que somos. Tanto en  situaciones traumáticas que hayan  resultado o resulten difíciles de asumir  por nuestro psiquismo, por ejemplo en la infancia, o debido a algún golpe, caída o accidente, nos protegemos del dolor mediante un impulso automático de cerrar, de contraer. Esta primera respuesta es necesaria, pero si el sistema defensivo no se suelta una vez desaparecido el  trauma, la tensión queda fijada como esquema, y estas contracciones se hacen crónicas, configurando una  imagen corporal- la  mayoría de las veces distorsionada- condicionando así la identidad y la relación con el medio.

El trabajo con el cuerpo y el movimiento es fundamental para la integración sensorial: andar, rodar, correr, saltar, girar, son todas ellas actividades motoras y que a través del lenguaje del gesto y del movimiento, se llega a  la expresión,  permitiendo flexibilizar  la musculatura y habitar  los espacios que quedaron cerrados. Y, como el movimiento refleja los estados emocionales de la persona, los cambios en las posturas y movimientos llevarán a cambios en la psique, ayudando a promover de esta forma el crecimiento personal y la salud, volviendo a tener una experiencia, no solo de frustración  si no de satisfacción, vitalidad y  alegría.

Recuperar pues,  una nueva relación, intimidad con el propio cuerpo,  revalorizar los afectos y  la olvidada dimensión espiritual humana, e integrarla  con el mundo de las ideas. Es así como nuestro cuerpo se convierte en una caja de resonancia, instrumento musical, o como dijo alguien, en un stradivarius donde suenan las notas del universo.

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BIBLIOGRAFIA
A. Jean Ayres. (2006): La Integración Sensorial  y el Niño. Sevilla, Trillas
Damasio, A. (2006): El error de Descartes. Barcelona, Crítica
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Le Boulch, J. (1992): Hacia una Ciencia del Movimiento Humano. Barcelona, Paidós
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