¿Qué puedo hacer si mi hijo/pareja no quiere seguir tratamiento para sus dificultades emocionales?

Esta es una consulta habitual que nos hacen los padres/pareja. Además de investigar cada caso en concreto y valorar en que punto se encuentra la persona, solemos dar una serie de orientaciones sobre que hacer y que ha de evitarse rotundamente.

QUE HACER

QUE NO HACER

Desarrollar paciencia y actitud de aceptación delante de la resistencia del otro. El otro no se ha aislado, o ha dejado de estudiar, o  lo que sea que haga  porque quiere sino porque no puede plantearse ninguna otra forma más efectiva de vivir. Pensar que estamos delante de un tarea sencilla y que con hablar con la persona se va a dar cuenta
Conocer  y escuchar  cual es el motivo por el cual no quiere seguir tratamiento. En muchas ocasiones no han sido ayudados, sino criticados, rechazados o culpados por sus problemas o están frustrados por su falta de progreso. Presionar, forzar o chantajear para que haga tratamiento. Nada de esto sirve e incluso crear muchas más problemas.
Participar los propios padres o pareja en grupos de ayuda o asistir a visitas para ayudarles en sus propias dificultades. Partimos del presupuesto de que nosotros también nos desregulamos y actuamos de forma inefectiva. Pensar que el problema sólo lo tiene el otro. El problema es de la familia y cada uno ha de contribuir de una forma u otra a mejorar.
Mantener siempre la comunicación abierta con la persona, es decir, que se mantenga la confianza con alguien significativo. Crear situaciones de tensión que corten la comunicación y que contribuyan a que la persona se aísle aún más.
Que cuando le propongamos tratamiento lo hagamos a partir de su malestar y sufrimiento. Esto representa esperar a que muestre esa tristeza o dolor a través de la cual permitirá ser ayudado Plantearlo sólo como que el/ella está mal, ha de hacer algo con su vida y que con lo que hace no tiene futuro. El ya sabe esto y recordarlo puede herirle aún más.