Si te encuentras con una persona querida que ha vivido un trauma hay una serie de frases que nunca debes decirle.

Un trauma es una situación que ha provocado un impacto persistente y negativo en la vida de las personas. Al conjunto de alteraciones que se derivan de haber vivido un trauma el DSM 5 le denomina Trastorno por estrés postraumático (TEPT)

El TEPT es un problema de ansiedad que se desarrolla en algunos casos después de eventos traumáticos que han hecho sentir a la persona la amenaza de muerte como por ejemplo un tsunami, una violación, un crimen o un atentado terrorista.

Los síntomas asociados al TEPT son:

  • Revivir el suceso a través de recuerdos intrusivos, flashbacks y pesadillas,

  • Evitar cualquier cosa que se lo recuerde

  • Alteraciones cognitivas y del estado del ánimo

  • Hiperactivación en forma de irritabilidad, sobresaltos o hipervigilancia.

¿Qué frases no se deben decir porque no son de ayuda?

1. “El pasado es pasado».

Los recuerdos traumáticos se almacenan en una parte diferente del cerebro que los recuerdos autobiográficos normales. Los recuerdos traumáticos invocan la liberación de adrenalina, que inunda el cuerpo para responder en modo de lucha o huida, frente a los recuerdos «normales» que son solo un recuerdo. No es una cuestión de voluntad o de elección. De hecho los pensamientos intrusivos aparecen sin que la personas los invoque: delante de determinadas situaciones aparecen de forma automática Y además el número de años que pasan no disminuye la respuesta del cuerpo o del cerebro al trauma.

2. “Todos hemos tenido algún trauma”

Esta es una respuesta prototípica frente al relato de incidentes de menor calado. El interlocutor transmite que todos hemos vivido situaciones duras y desagradables con el mensaje implícito de que “hay que salir adelante y que se ha de superar”. La persona puede sentir que su experiencia se minimiza y se le invalida.

Alguien que se ahoga en una bañera está tan muerto como alguien que se ahoga en medio del océano. No compares el trauma de alguien con el de otro. Solo podemos relacionarnos con lo que sabemos. Lo que es una experiencia profundamente dolorosa y traumática para una persona, puede que no lo sea para otra, y viceversa. Ninguna reacción es correcta o incorrecta, buena o mala, mejor o peor. Todos experimentamos las cosas de manera personal porque cada uno de nosotros somos personas únicas y diferentes.

3. «¿Por qué no …?»

Sugerirle al que ha vivido una situación traumática que podría haber actuado de otra manera más adaptativa refleja un profundo desconocimiento de que la persona actuó de la mejor manera que tenía.

Se trata de respuestas automatizadas (reflejos en sí mismos) en las que no hay tiempo para tomar una decisión basada en la reflexión. La parte del cerebro que se activa durante una experiencia traumática, la amígdala, es nuestro cerebro primario. Es instintivo y se basa en una sola cosa: la supervivencia. La persona hizo lo que hizo para sobrevivir.

4. «Me cuesta creerlo….»

Pude ser difícil de creer, puede ser abominable, pero no sé por qué alguien mentiría sobre experimentar una violación grave. La gente a menudo no lo cree cuando una persona dice una verdad de este calibre. ¡No ser creído menudo puede ser tan traumatizante para las víctimas como el hecho real!

Entonces, ¿Cómo debemos actuar delante de un ser querido que está reviviendo una experiencia traumática?

1. Escucha con atención y cariño y pregunta a la persona cómo la puedes ayudar.

2. Crea el espacio para que la persona pueda expresar lo que siente. Sé abierto y dale la bienvenida sin interrumpirlo ni intentar que dejen de llorar o hablar porque te sientes incómodo.

3. Si una persona te pide distancia, entiéndelo y dásela no sin antes hacerle saber que estás ahí, que estás a su lado.

4. Un abrazo o la cercanía física transmite acompañamiento siempre que la persona lo pueda aceptar.