Tres emociones que pueden ayudarte a tener éxito en tus metas

La fuerza de voluntad y la agallas no son el mejor camino para perseverar en nuestras metas y lograr el éxito. La clave es la emoción.
Por David DeSteno. 
Enero 2018

Todos hemos deseado tener más fuerza de voluntad. Creemos que si tuviésemos más autocontrol, determinación o la capacidad de dejar de hacer lo que nos apetece sería más fácil conseguir nuestros objetivos. Pero hay un problema en este escenario: la fuerza de voluntad no lo es todo.

Muchas personas ya lo han descubierto cuando, por ejemplo,  piensan en las dietas que han empezado, los trabajos que han dejado por hacer y la cerveza extra que han tomado cuando sólo querían tomar una. En todas estas ocasiones la fuerza de voluntad  falló.

El problema es que cuando nos enfrentamos a elecciones entre placer ahora y recompensa en el futuro, a menudo elegimos lo primero. Tomar decisiones difíciles es costoso en términos de nuestros recursos cognitivos: cuanto más tenemos que resistir la tentación, más probable es ceder a ella. Y mientras más inseguros estemos de que nuestros esfuerzos actuales darán resultado es menos probable que tomemos una decisión que implique esfuerzo. El sacrificio en el presente funciona si las recompensas futuras están garantizadas, pero no siempre es así y mucho menos si la persona ha crecido en un entorno difícil.

Entonces, ¿Qué nos ayuda?

En el libro llamado “El éxito emocional” propongo  que se cultiven las emociones positivas de gratitud, compasión y orgullo. ¿Por qué estas emociones? Porque evolucionaron para ayudarnos a actuar de manera “prosocial” (amable y servicial) y tienen tres ventajas sobre la razón, los hábitos y la fuerza de voluntad: su fuerza no disminuye después del uso repetido, no pueden ser secuestradas por el placer inmediato y mejoran nuestras decisiones en diferentes áreas de la vida al mismo tiempo.

Gratitud

La gratitud  influye y mejora el autocontrol.

En un estudio, que era una versión para adultos de la famosa «Prueba de malvavisco» de Walter Mischel, les pedimos a las personas que recordaran un momento en que se sintieron agradecidos, felices o neutrales. Luego les pedimos que hicieran varias elecciones de la forma: «¿Prefieres tener X ahora o  Y en Z días (donde Y siempre fue mayor que X, y Z variaba)? Descubrimos que sentirnos agradecidos casi duplicaba el autocontrol de las personas: estaban más dispuestos a esperar la recompensa futura que aquellos que se sentían felices o neutrales. Estos hallazgos reflejan la conexión entre la gratitud y una mayor paciencia y autocontrol.

Los beneficios de la gratitud también se reflejan en el grado en que se está dispuesto a ayudar o sacrificarse por otros. En un experimento, por ejemplo, hicimos que algunas personas se sintieran agradecidas al contar con la ayuda de otra en un problema determinado. Después de abandonar el laboratorio, se pidió a los participantes que ayudaran a un tercero en otro proyecto con problemas difíciles. Aquellos que habían experimentado gratitud se ofrecieron a perseverar en la ayuda por más tiempo.

La gratitud también lleva a la perseverancia en otros contextos. Por ejemplo, la investigadora Alice Isen descubrió que los médicos a los que se les agradecia su trabajo estaban más dispuestos a pasar el tiempo necesario leyendo el expediente de un paciente y eso condujo a diagnósticos más precisos. Otros experimentos han demostrado que la gratitud ayuda a las personas a estar más orientadas hacia el futuro y exhibir más autocontrol. Y, a diferencia de la fuerza de voluntad, la gratitud no requiere mucho esfuerzo, la gente parece disfrutarla.

¿Cómo puede aumentar tu gratitud? Cree un diario de gratitud, donde escriba y reflexione sobre algunas cosas por las que está agradecido. Basta con dos o tres veces por semana y reflexionar sobre cosas  pequeñas y frecuentes, como la modesta ayuda de un amigo o compañero de trabajo.

Si tiene problemas para ser agradecido, si siente que todo lo ha conseguido sólo por su esfuerzo, intente recordar situaciones que fueron esenciales para alcanzar sus metas. Tal vez usted tuvo una buena tutoría al principio de su carrera escolar o laboral, o alguien lo ayudó financieramente o se encontró en el lugar correcto en el momento adecuado. Incluso la suerte, cuando se replantea de esta manera, puede llevar a un sentimiento de gratitud.

Compasión

Si bien la gratitud viene de darse cuenta que otros nos han ofrecido algo de valor, la compasión es preocuparse por los demás sin haber recibido beneficios. Curiosamente, la compasión también tiene un lado prosocial que parece ayudarnos a prepararnos para un futuro mejor, especialmente si podemos dirigirla hacia nuestro yo futuro.

En un estudio, los investigadores utilizaron un software de modelado de caras para crear versiones más maduras de las caras de los participantes y luego los entrevistaron sobre sus objetivos en la vida mientras observaban una cara o la otra. Después de la entrevista, se les preguntó como responderían si se les dieran 1.000 dolares. Aquellos que se vieron a si mismos en el futuro decidieron ahorrar el doble para un fondo de jubilación que aquellos que no (en lugar de gastarlo en placeres rápidos). Además, la motivación para ahorrar aumentó a medida que las versiones más maduras de sus caras parecían tristes.

Así que la compasión por nosotros en un futuro puede ayudarnos a tomar decisiones sabias en situaciones en que hay que mantener el esfuerzo. Las personas más compasivas también parecen ser menos reactivas hacia los demás.

En un experimento, a los participantes en un juego económico se les dió la oportunidad de castigar a los tramposos, y lo hicieron de manera agresiva -algo que no sirve para nada más que la venganza-. Pero si previamente han podido sentir compasión por cualquier otro participante  -no por el tramposo- no actuaron de manera agresiva.

También se ha encontrado que la autocompasión (la compasión dirigida a uno mismo) es motivadora: la autocompasión resulta en una mayor perseverancia cuando las personas tienen que resolver problemas, tomar decisiones morales y enfrentar debilidades personales, en comparación con simplemente pensar en si mismos o tener autoestima.

¿Cómo fomentamos la compasión? La meditación puede ser una forma efectiva, particularmente la que se centra en la compasión y la autocompasión. La práctica de meditación a largo plazo conduce a una mayor compasión, pero incluso el entrenamiento a corto plazo puede aumentarla. En un estudio, los participantes estaban más dispuestos a ceder su asiento a una persona con muletas después de ocho semanas de meditación que aquellos que no habían meditado.

Por último, las experiencias con otras personas donde sincronizamos nuestros movimientos u objetivos, como cantar en un coro, bailar juntos o competir juntos, pueden ayudar a generar compasión por ellos. Simplemente, tratar de buscar puntos en común con los demás, en lugar de enfatizar las diferencias, será de gran ayuda. Y, cuando estás luchando, es útil mostrar autocompasión en lugar de avergonzarte por los fracasos.

Orgullo

Aunque quizás más matizado que la compasión o la gratitud, el orgullo también puede ayudarnos a lograr nuestros objetivos, siempre y cuando no se convierta en arrogancia (en este caso es un falso orgullo que divide   las personas y crea conflicto).

El orgullo es la respuesta natural por lograr con éxito tus objetivos y ser reconocido por el otro. Cuando es auténtico  indica a los demás que eres una persona capaz y confiable. Las personas con mayor orgullo tienden a alcanzar sus metas, tienen mayor autocontrol y hacen más esfuerzos en trabajos difíciles.  Además estudios recientes mostraron que cuando las personas experimentaban orgullo les importaban menos las recompensas futuras -de una manera similar a la de experimentar gratitud-.

Podemos fomentar el orgullo auténtico en nosotros mismos y en los demás reconociendo que aprendemos de nuestros errores y que el esfuerzo es importante. Elogiar a otros que muestran esfuerzo, en lugar de simplemente éxito, también puede ayudar a los otros sentir orgullo.

Las verdaderas claves del éxito.

Las emociones positivas como la gratitud, la compasión y el orgullo pueden ayudarnos a ser más persistentes en el logro de nuestras metas y además tienen otro beneficio: alimentar nuestras relaciones sociales, lo que nos lleva a más éxito y felicidad.

Cultivar estos estados en nosotros mismos aumentará nuestra motivación para actuar de una manera que nos beneficie a nosotros mismos y a los demás . Por lo tanto, si realmente desea perseverar, deje de tratar de tener fuerza de voluntad sólo y en su lugar  comience a practicar la gratitud, la compasión y el orgullo. Tú y los que te rodean se alegrarán de haberlo hecho.